Kakuzo Okakura.
Das Buch vom Tee.
Heppenheim: Insel Verlag, 1951 [1904].
Encontré este libro el viernes pasado en la biblioteca. Es un libro pequeño, empastado en papel mostaza, con patrones de flores cuadriculados y una bella etiqueta de borde azul y pequeñas estrellitas...
Lo miré, pensé en mi madre -amante del té y del alemán- y me lo traje. Leí el primer capítulo en el colegio. ¡Qué libro más lindo! A pesar del cambio de idioma, se refleja esa estructura fina, precisa y reposada que uno reconoce en la cultura japonesa. Me recordó otro libro pequeño y maravilloso que leí años atrás, El elogio de la sombra de Junichiro Tanizaki. Ambos están escritos como defensa de la cultura japonesa y en contraste con las costumbres occidentales.
Este libro, escrito en 1904, explica la importancia del culto al té al interior de la cultura del Japón. Y con esto intenta revelar el espíritu nipón desde las grandes leyes a los pequeños detalles.
"La filosofía del té -explica-no contiene solo esteticismo en el significado cotidiano de la palabra, pues marca junto a la ética y la religión nuestra entera concepción del hombre y la naturaleza. Ella es higiene, pues obliga a la limpieza; es economía, pues muestra la comodidad antes en lo simple que en lo múltiple y lo costoso; es geometría moral, en tanto que refleja nuestro sentido de relación con el Todo. Ella encarna el verdadero espíritu de la democracia oriental, pues hace a todos seguidores de la aristocracia del buen gusto."
Como ejercicio, conté las palabras de la primera página y ví cuantas de ellas no podía comprender sin la ayuda de un diccionario. 9.1%. Según lo aprendido en el Congreso de comprensión de lectura al que asistí en enero, es necesario comprender al menos un 90% del vocabulario para poder seguir la lectura. ¡Y la verdad es que un 10% de no comprensión es bastante! Pero bien, estamos bajo la norma...y seguiremos intentándolo.
domingo, abril 01, 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Aunque lo nuestro es el café, en Wien también aprendimos de té, té verde en particular. Y nos descubrimos gustosas bebiendo el brebaje. Fue ahí cuando comprendimos que antes le despreciábamos porque se trataba de té de pésima calidad.
Eso de la democracia oriental que busca el buen gusto nos pareció exacto.
En estos momentos, y como corresponde, nos disponemos a un Dilmah, Green Tea Moroccan Mint.
Un autor viajero, que relata con una pluma notable la occidentalización por lo que milenarios pueblos han caido. Más allá del té, es Inglaterra como un todo, que carcome fehacientemente a los nipones. Quizás con un toque de maldad, pero eso nunca lo tendremos muy claro
Debo decir, que aunque no lo crean, el país de occidente que más toma té no es Inglaterra, como muchos creen, si no Irlanda.
Una vez más: Irlanda 1 - Inglaterra 0 jejeje.
Publicar un comentario