ajena a las reclinaciones
ajena a los pechos, ajena
a los pelajes.
Mamíferamente ansiosa
asir buscando
los cochayuyos, la roca,
la costa mullida
segura
desde arriba
las corrientes espumosas.
Mamíferamente el cuerpo,
los vellos desocupados,
mamíferamente el nado,
la distancia próxima
el centímetro entre las grasas,
tu cuidado.
Nadando,
yo detrás, tu mirando
y nunca la adhesión,
porque a pesar de todos los textos
y del mar que no nos separa,
ninguno de los dos lo quiere.
1 comentario:
Quién es el dueño/a del poema?
Nos parece que hay chungungos conocidos de por medio...
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