
UNA NARIZ PEGADA
Eduardo Langagne
Asilo del moco seco
manantial del moco aguado.
Un pañuelo desdoblado
limpia bien el recoveco;
al sonarse se oye el eco
de un agujero infinito.
Helipuerto del mosquito,
tobogán de las hormigas
que resbalan sus barrigas
con un jubiloso grito.
La comezón baila loca
cuando rezumba la abeja;
nuestra nariz no es oreja,
está al lado de la boca.
Con este dedo se toca
alguno de su senderos,
los mocos son caballeros
que al salir lucen felices:
no son dos nuestras narices
sí son dos sus agujeros.
En
Hago de voz un cuerpo
Antología de María Baranda
Ilustraciones de Gabriel Pacheco
FCE: México D.F., 2009