sábado, julio 30, 2005

El lector. Bernhard Schlink

Uno más de los libros que compré en Buenos Aires, no sé si porque me gustó el título, o porque había leído la crítica o porque me confundí con la reseña de El último lector, de Piglia.
Probablemente sea eso.

Independiente del motivo, es una lectura que me encantó. Después de leer Sin destino, de Imre Kertesz -que muestra una mirada nueva del Holocausto, desde la perspectiva poco apasionada de un adolescente judío- este libro se transforma en complemento: la historia de la relación ente un niño y una mujer mayor, antigua guardiana de la SS durante la guerra.

Interesante esta forma adolescente de mirar. Creo que calza plenamente con el espíritu general de hoy: la actitud crítica y exploradora de quien comienza a comprender las cosas aunque sabe que no tiene toda la información. Además, calza con la gente que hoy está jubilada y le tocó pelear o vivr la juventud en la guerra.

En fin. Hoy, tras ir a conversar con al Sor Angela a Maipù, conseguí la versión en alemán. y todo por un comentario alpasar!! me encanta la modernidad de la SorAngela.


extracto que me mandó mi amigo felipe lagos:

"¿Por qué? ¿Por qué lo que fue hermoso, cuando miramos atrás, se nos vuelve
quebradizo al saber que ocultaba verdades amargas? ¿Por qué se oscurece el
recuerdo de unos años felices de matrimonio cuando nos enteramos de que el
otro tuvo un amante durante todo ese tiempo? ¿Acaso porque en semejante
situación no se puede ser feliz? Y, sin embargo, ¡éramos felices! A veces un
final doloroso hace que el recuerdo traicione la felicidad pasada. A lo
mejor es que la única felicidad verdadera es la que dura siempre. Porque
sólo puede tener un final doloroso lo que ya era doloroso de por sí, aunque
no fuéramos concientes de ello, aunque lo ignorásemos. Pero un dolor
inconsciente e ignorado ¿es dolor?"

El lector, Bernhard Schlink

domingo, julio 10, 2005

kawabata, pennac, perec, barylco, sontag, coetzee

Curioso comprobar que la ultima entrada es de mayo y estamos ya a mediados de julio .
fuerte, no?
pero más vale tarde que nunca.

Tras la estadía en Buenos Aires -donde compré- y la posterior semana en cama -en que leí- mi cantidad de páginas mentales aumentó bastante y tengo mucho por comentar. Acá va la lista de libros, en orden de lectura. Los últimos tres están aún en carpeta.

  1. Kawabata, Yasunari. Lo bello y lo triste.
  2. Pennac, Daniel. Como una novela.
  3. Sontag, Susan. Yo, etc.
  4. Barylco, Jaime. La revolución educativa.
  5. Coetzee, J. M. Elizabeth Costello.
  6. Martín Descalzo, José Luis. Vida y obra de Jesús de Nazareth
  7. Yourcenar, Marguerite. Cuentos orientales.
  8. Cómo escribir sobre uno mismo.
  9. Schlink, Bernard. El lector

Kawabata, Yasunari. Lo bello y lo triste.
La historia del tardío reencuentro entre un famoso escritor de Tokio y su antigua amante, una pintora que reside en Kioto junto a su joven discípula. Las relaciones entre la familia del escritor y la pareja de pintoras se cruzan y desembocan en un extraño final. Hermosas y sutiles descripciones del ambiente japonés.

Regalo de la Maureen, la Jesús y la Carola. Comencé antes de partir y no seguí, por lata y por que todo el mundo se lo leyó antes que yo en mi casa. Y lo agarré tras Baires hasta terminarlo. Bello y triste libro, no queda nada más que decir. Quedé con una angustia terrible en el final, porque los últimos capítulos presagiaban una mejora en el desenlace (que uno secretamente siempre espera) que por supuesto después no se produce. ¿Por que son así los japoneses? Nunca he visto ni leído nada alegre, todo es sutil y melancólico. Espero que sea por lo poco que conozco.


Pennac, Daniel. Como una novela.
Comprado el día previo y leído en el avión de ida y en el aeropuerto. Buenísima reflexión sobre la forma de desarrollar el gusto por la lectura. Debiera ser lectura obligatoria (ironía contra Pennac) para todo profesor de literatura.

Sontag, Susan. Yo, etc.
Son relatos, una publicación de fines de los 70. Yo pensé que era algo más reciente y cuando lo compré no me fijé. Leí los tres primeros:

  • "Proyecto de viaje a China", confundidor en la estructura, pero interesante, lleva a reflexionar sobre la cantida de gente distinta que vive en estados Unidos;
  • otro sobre una pareja de amigas en Nueva York (si mal no recuerdo) en que una termina en el suicidio;
  • "Espíritus Americanos" la vida de una mujer que de dueña de casa de suburbio pasa a ser prostituta en fuga. Con este me bastó para interrumpir la lectura. Me sentí físicamente asqueada por la sordidez del ambiente de motel carretero, en la descripción de la dureza de la vida americana, esa falta de arraigo en la que siempre se puede comenzar de nuevo y ser una persona distinta. Basta con cambiar de Estado.El sexo violento, descarnado, frío, esas vidas sucias, como de trailer... A pesar de que la mirada de Sontag es precisamente una crítica, el relato es tan irónico que uno no sabe donde poner pie. La protagonista,Laura Carichata , es una mujer que aprende a hacerse dura y a buscar su propia vida. La escena final es la de su funeral: la lloran, desconsoladamente, su ex marido, sus dos explotadores cafiches y su marido nuevo, un marino del que ella no se acuerda en la agonía. Y el final es alegre. Después de eso -y sumado a las crueles relaciones de Lo bello y lo triste -, tuve que cambiar a la sección de lecturas edificantes.
Una reflexión posterior: ayer comentaba estas lecturas con Rodrigo, un tipo que trabaja en la biblioteca. Le decía que lo que me había disgustado del relato de Sontag era la frialdad y dureza en la forma de abordar el sexo. Lo comparaba con la clásica literatura de prostíbulo del Boom Latinoamericano: Vargas Llosa, Donoso, García Márquez, ... a pesar de todo había cierta calidez en las relaciones entre clientes y putas en La Casa Verde, en Pantaleón y las vistadoras, en El lugar sin límites, en La Cándida Heréndira... Cosa que no había encontrado para nada en este texto.
Ahora veo que la oposición en este caso no es solo Norte/Sur, sino también (y más bien) hombre /mujer. Distinta la visión de la prostitución de autores hombres latinos que la de una mujer norteamericana. Obvio. Me reconcilio con el texto.

Barylco, Jaime
. La revolución educativa.
Después de las aventuras de Laura Carichata necesitaba leer algo claro, sensato, esperanzador. Comencé con La revolución educativa. Jaime Barylco fue un filósofo argentino, al parecer de origen judío. Genial, en las descripciones biográficas de Google dice que lo llamaban "filósofo de la calle" por su capacidad de acercar los temas filosóficos a cualquier público.
El libro es un ensayo, o una serie de reflexiones sobre lo que hay que hacer para lograr una educación efectiva. En suma, se trata de cortarla con las reformas buena onda y ponerle esfuerzo, disciplina y constancia a la enseñanza. Barre con todos los términos rebuscados de la jerga educativa y se permite lanzar bastantes conclusiones que llegan a ser graciosas de tan tajantes. Un placer para leer, fue terapeútico.
Otro libro que creo que debería ser lectura fija en las carreras de pedagogía.