sábado, mayo 13, 2006

Profesora hispana

Y así como partimos con los griegos, seguimos con los clásicos hispánicos.

Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes. Santiago: Alfaguara, 2005

El ejercicio era leer determinados capítulos de la primera parte. Los releí, y me reí muchísimo. La versión que usé es la de la serie roja de Alfaguara, una selección de capítulos, sin adaptaciones, y con todas las notas necesarias para entender el vocabulario de la época y disfrutar el humos de Cervantes. Muy buena para dar a conocer el Quijote al público escolar. Hice un test entre mis alumnas y el reusltado fue tres tercios: unas lo odiaron, otras lo amaron, otras no se pronunciaron. Por las que lo amaron vale la pena, creo.

Tengo al impresión de que este libro siempre lo he leído a saltos. ¿Tendré algunas vez la paciencia para leerlo de una vez? Creo que no, mejor es leerlo como a Alicia, tomando un capítulo, olvidando otro, y aprendiendo de memoria (ojalá) las poesías que vienen entre medio.


EL CID.

1. Cantar de Mío Cid. Anónimo. Versión en verso octosílabo al español moderno de Pedro Salinas. Buenos Aires: Losada, 1969.
2. Mío Cid Campeador, Hazaña. Vicente Huidobro. Santiago: Universitaria, 2003.

Para tratar al Cid tomé estos dos libros. Leer la versión octosílaba de Salinas es realmente un placer, en página enfrentada están los versos anónimos del español medieval. Verso por verso, el trabajo es impecable.

La versión de Huidobro es también maravillosamente poética y por sobre todo, muy divertida. Me he sorprendido con juegos casi cinematogr´paficos, como las tomas que copian las películas de hoy basadas en el cine japonés. Cito:

Pica el viento. Un color violeta electriza todo el cielo. El campo se llena de barbas y de colas de caballo.
Rodrigo se para un momento. Deja que la Historia lo retrate, allí, frente a sus hombres,en el día en que va a dar comienzo a sus hazañas. Un kodak. Un momento. La aurora le hace aureola y pabellón. Su potro Babieca piafa, relincha, huele el mundo, lame el alba. Un momento. Ya,listo!
Pican las espuelas y a galope tendido, todos detrás de Rodrigo, entran en el Romancero.
(88)

Como esta, hay otros mil anacronismos que refrescan la versión original. ¿No es algo genial para un libro publicado el año 39?




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